¿De qué color es la cebra?

domingo, febrero 12, 2006

Cinco mujeres con un mismo vestido

Parece contar con la fórmula del éxito: la dirección de la gran actriz Norma Aleandro; la suntuosa sala del revisteril Teatro Maipo; la probada tradición comedia-confesional-femenina; el vestuario de Renata Schussheim; un catálogo de cinco actrices hermosas y marketineras, y el texto picante y zumbón de Alan Ball, guionista del film Belleza americana y de la exitosa serie norteamericana Six Feet Under. Un inédito combo listo para brillar largo y parejo entre un público tan variado como amplio en sus miras escénicas.
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LA HISTORIA: Una boda. Y cinco damas de honor, condenadas a lucir un mismo vestido, y refugiadas (cada una por razones diversas) en un único cuarto desde el que se puede seguir la elegancia comme il faut del casamiento de Lucy, la odiada-ausente de la obra. Todo listo para desempolvar viejos secretos y rencores, abusos infantiles, celos adolescentes, amarguras actuales y desavenencias varias. ¿El espectador? ¡En éxtasis! Si el teatro es espión por naturaleza... las posibilidades voyeurísticas se encuentran maravillosamente duplicadas.
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EL CATALOGO: Todos los estereotipos presentes. Aunque con el cuidado de no ser “obvios”. La rebelde hermanita menor, portadora del más turbio secreto (Verónica Pelaccini); la experimentada amiga bella en decadencia (Valeria Lorca) que ve trastabillar su cinismo ante el género masculino al conocer a un Adonis (ver muñeco de torta); una prima cándida y tomada por una atemporal fiebre religiosa (Bernarda Pages); la hermosa prima mayor (Romina Gaetani) angustiada por su fracaso matrimonial y propensa al desequilibrio emocional; y la hermana del novio (Florencia Raggi), lesbiana pero capaz de desfilar como una “auténtica” mujer y lista para escandalizar con sus encantadoras irreverencias. Y de yapa, un colorido surtido de insultos cachondos, drogas, sexo oral, brindis con tequila y contoneos varios; perfectos para exaltar a la abuela y agasajar al marido cansino.
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LAS ACTRICES: “Actrices de teatro que también trabajan en televisión”, Aleandro dixit. Definición un tanto excesiva para la polkera Gaetani (aunque muy bien en su Georgina, la prima mayor), y la modelo Raggi, que viene de brillar en un desnudo-reemplazo de Carolina Peleritti en La señorita de Tacna, y ahora incursiona gratamente en el lesbianismo. Y las menos conocidas pero más claramente teatrales Pelaccini, Lorca y Pagés.

EL GUION: Quizá lo más sólido de la obra. Alan Ball brinda un texto lo suficientemente inteligente, potente, ágil y zumbón, capaz de sostener hora y media de obra sin recaídas.

LA ESCENOGRAFA: La economía de la experimentada Renata Schussheim, capaz de transformar el atuendo de dama de honor en falda salmón y capelina fácilmente desmontable. Una escenografía aterciopelada (que va perfecto en el Maipo) y un sugerente desfile de puertas y ventanas imaginarias.

LA DIRECTORA:Diva de divas, Aleandro sigue los últimos ensayos con la tranquilidad de aquel que ya ha hecho su labor y ahora se acomoda para contemplar sus logros. Desde una butaca de la sala, entre sorbo y sorbo de agua mineral, obsequia algunos: “¡Muy bien chicas! Esto va bárbaro”. Por momentos parece más la madre del elenco que la directora. “Ay, nena, ¡no te vayas a caer!”, marca cuando la más jovencita de sus actrices ensaya una pirueta desde una hamaca. Y no es la única: las verdaderas madres de las protagonistas (que no se perdieron las últimas pasadas) se suman al coro. Hacia el final, cual pitonisa griega, Aleandro envuelve a su protagonista bajo su ala y susurra unas palabras mágicas que jamás confesará.

EL MUÑECO DE TORTA: Claudio Tolcachir, único hombre de la obra y a siglos luz de la intención que marca el guión original: “Primo del novio, un atorrante pero encantador. Tiene mucho más cerebro que lo que muestra su espléndido físico”. Hummm. En sólo veinte minutos Tolcachir se ocupa de componer un perfecto muñecote.

EL HAPPY END: Nada de esos oscuros y retorcidos finales tan típicos del off. Tiene un transcurrir digno y agradable –sólo interrumpido por algunos parlamentos ruidosamente enfáticos: críticas a cirugías, anorexias y botox, denuncia el abuso de menores y hasta un “es hora de que las mujeres argentinas nos aceptemos como somos”–. Luego de toda catarsis, giro romántico y final a puro baile con gráciles correteos para dejar a todos con lágrimas y sonrisas donde corresponda. Para la foto.
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EXCELENTE para mí (rayo con ganas)
(de esas obras con las que disfrutás tanto que te afirman que vivir en Bs. As. es una gran explosión de sentidos desconocidos)

<$BlogItemserayaronCount$> ¿Cómo la ven?:

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